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06 enero 2012

Profusas enramadas.


Si no hablas, llenaré mi corazón de tu silencio y lo tendré conmigo. Y esperaré, quieto, como la noche en su desvelo estrellado, hundida pacientemente mi cabeza. Vendrá sin duda la mañana, se desvanecerá la sombra y tu voz se derramará por todo el cielo en arroyos de oro. Y tus palabras volarán, cantando, de cada uno de mis nidos de pájaros, y tus melodías estallarán en flores por todas mis profusas enramadas.

Tagore.

07 diciembre 2011

Luchar por luchar.



Nos ahoga un mundo 
Cargado de egoísmo,
Reflejado a través de 
Sus tanques y pistolas. 
Nadie piensa en los demás,
Sólo en su propia redención. 
Nadie navega en un mundo 
De solidaridad y adhesión, 
Sólo les interesa la codicia y 
La destrucción. La sociedad
Aplasta y ahoga, por pura 
Vanidad y soberbia.

Y ese es el tema de hoy en día,
Luchar por luchar, 
Ganar por ganar,
Ese es el precio de la dignidad. 
Aunque con ello devastemos familias
Aunque con ello creemos enemigos
Y pongamos en peligro a desdichados
Inocentes que obedecen resignados 
Una vida que se les escapa de las manos. 
No hay afecto, no hay paz. 
No hay derechos ni libertad. 
No hay vida sin penitencia, 
No hay nada que nos haga escapar.

La muerte no es la mayor 
Pérdida en la vida. 
La mayor pérdida es lo que
Muere dentro de nosotros 
Mientras vivimos. 
Tan vacías están las calles de 
Sentimiento como sus cabezas
De cerebro. 
Buscan su propia salvación
A través de falsas esperanzas. 
Y mientras unos pierden sus casas
Otros pierden poco a poco su alma.

Y ese es el tema de hoy en día,
Luchar por luchar, 
Ganar por ganar,
Ese es el precio de la dignidad. 
Aunque con ello devastemos familias
Aunque con ello creemos enemigos
Y pongamos en peligro a desdichados
Inocentes que obedecen resignados 
Una vida que se les escapa de las manos. 
No hay afecto, no hay paz. 
No hay derechos ni libertad. 
No hay vida sin penitencia, 
No hay nada que nos haga escapar. 
Nada que nos haga escapar…

Canción que escribí yo misma para el grupo de un amigo. La daba por perdida, pero aquí está. Va por ti, Anto :) 

06 diciembre 2011

Él.

Él, sólo él. El tiempo pasa, y yo aún no he olvidado sus alargadas y afiladas manos. Imaginarme el roce de su blanca y tersa piel contra la mía sigue produciéndome cierto escalofrío. Aún recuerdo esos profundos ojos marrones, resguardados bajo unas extensas pestañas. Su mirada penetraba en la mía, y por un momento sentía que éramos solo uno. Nos llegábamos a intercambiar sentimientos y emociones a través de las pupilas. Él, tan alegre, tan risueño… Tengo aquella sonrisa clavada en lo más abismal de mi alma. Tan blanca, tan uniforme, tan sincera… Sus labios eran carnosos, con forma de corazón. Conseguían enloquecerme con solo un beso. Su nariz, pequeña pero respingona. Le gustaba chocarla contra la mía. Darme, como él decía, besitos de esquimal. Me encantaba pegarle pequeños mordiscos por todo el cuello. Allí era donde mejor inhalaba el olor de su perfume. Hoy en día sigo recordando cada risa, cada paseo por la playa cogidos de la mano, cada noche en aquella habitación de hotel, cada beso, cada caricia, cada palabra de amor, cada gesto de cariño… Todavía mantengo todos y cada uno de aquellos recuerdos que me mantienen viva.

03 diciembre 2011

Dame fuerte.


Es de noche. Sus padres están fuera. Me ha llamado por teléfono. Me ha dicho que vaya a verla. Subo la escalera. La puerta está abierta. La ha dejado entornada. La abro lentamente.
-Babi... ¿Estás ahí? Babi...
No oigo nada. Cierro la puerta. Camino por el pasillo. Paso de puntillas frente a los dormitorios. Una música suave sale de la habitación de sus padres. Qué extraño, había dicho que estaban en el Circeo. Por la puerta entreabierta sale una luz débil. Me acerco y abro. Junto a la ventana, repentinamente, aparece ella, Babi. Lleva puesta ropa de su madre, una blusa de seda ligera color arena, transparente y desabrochada. Debajo se entrevé un sujetador color crema. Después, una falda larga con dibujos de cachemir. Lleva el pelo recogido en una trenza. Parece mayor, pretende ser mayor. Sonríe. Lleva en la mano una copa llena de champán. Ahora está sirviendo un poco para mí. Deja la botella en una cubitera llena de hielo que está sobre la cómoda. Alrededor hay velas y un perfume de rosas salvajes que poco a poco nos envuelve. Apoya un pie en la silla. La falda se abre por la raja, cae hacia un lado, descubriendo un botín, y su pierna, cubierta con una  media fina de rejilla color miel, con ligas. Babi me espera con las dos copas en la mano y sus ojos repentinamente cambian. Como si hubiera crecido de repente.
-Tómame como si fuera ella... Ella, que no te quiere; ella, que a diario me vuelve loca intentando separarnos...
Me pasa la copa. Me la bebo entera de un trago. El champán está frío, está bueno, es perfecto. Después le doy un beso intenso como el deseo que experimento. Nuestras lenguas saben a champán, adormecidas, perdidas, borrachas, anestesiadas... Repentinamente se despiertan. Le paso la mano por el pelo y quedo prisionero de mechones apelmazados, de cabellos trabajados. Le mantengo la cabeza así, perdida entre mis manos, perdidamente mía..., mientras un beso suyo se vuelve más ávido. Del todo dueña en mi boca, parece que quiera entrar dentro de mí, devorarme, llegar a mi corazón. Pero ¿qué haces? Para. Ya es tuyo. Babi se aparta y me mira. En realidad se parece mucho a su madre. Y me da miedo la intensidad que advierto, que no había visto nunca. Entonces me coge una mano, se levanta un poco la falda y la mete por debajo. Después la guía hacia arriba, más arriba... con ella a lo largo de las piernas. Abandona la cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados. Su sonrisa, escondida. Un suspiro, fuerte y claro. Lleva mi mano aún más arriba. Sin prisa, sobre sus bragas. Aquí. Las aparta un poco y me pierdo con los dedos en su placer. Babi suspira ahora con más fuerza. Me desabrocha los pantalones y me los baja veloz, ávida también aquí, como nunca. Y dulcemente lo encuentra. Se detiene. Me mira a los ojos y sonríe. Me lame la boca, me muerde, tiene hambre. Tiene hambre de mí. Se apoya, me empuja, tiene su frente contra la mía, sonríe, suspira, empieza a moverse con la mano arriba y abajo, perdiéndose hambrienta en mis ojos y en los suyos... Después se baja las braguitas, me da un último beso suave y me acaricia con la mano bajo la barbilla. Se pone sobre la cama a cuatro patas y se descubre por detrás levantándose la falda. Se la apoya en la espalda y se vuelve hacia mí.
-Step, por favor, tómame con fuerza, como si yo fuera mi madre, hazme daño... Te lo ruego, te lo juro, tengo ganas.
Y me parece increíble. Pero lo hago. Obedezco y ella empieza a gritar como no lo había hecho nunca, y casi me desmayo de placer, de deseo, de lo absurdo de la situación, del amor de aquello que no creía posible. Aún estoy ansioso de placer en el recuerdo y casi me falta la respiración...

Tengo ganas de ti.

09 noviembre 2011

La magia de la vida.

¿Sabéis? Yo creo en la magia. Yo nací en un tiempo mágico, en una ciudad mágica, entre magos… Casi ninguno de los demás se daba cuenta de que vivíamos en una telaraña mágica, conectada por los hilos de plata del azar y de las circunstancias. Pero yo siempre lo supe. Veréis… en mi opinión, todos empezamos conociendo la magia. Nacimos con torbellinos, bosques en llamas y cometas dentro de nosotros. Nacimos siendo capaces de cantar a los pájaros, de leer las nubes y de ver nuestro destino en un grano de arena. Pero luego la vida hace desaparecer la magia de nuestra alma, porque la educan, le dan unos azotes, la lavan y la peinan. Nos ponen en el camino recto y nos dicen que seamos responsables, que nos comportemos de acuerdo a nuestra edad. Y… ¿sabéis por qué nos dicen eso? Porque la gente que nos lo dice tiene miedo de nuestra fuerza y juventud, y porque la magia que conocemos les hace sentir vergüenza por lo que han dejado marchitar en su interior. Cuando te has alejado tantísimo de ella, ya no la puedes recuperar. Puedes tenerla unos segundos, unos segundos para verla y recordarla. Cuando la gente llora viendo una película, es porque en la oscuridad del cine uno llega a rozar el estanque dorado de la magia, aunque sea brevemente. Después vuelven a ponerse bajo el deslumbrante sol de la lógica y la razón, y la magia se seca, y todos sienten triste el corazón sin saber porqué. Cuando una canción despierta un recuerdo, cuando las motas de polvo que se mueven en el rayo de luz apartan tu atención del mundo, cuando de noche oyes pasar un tren en la distancia y te preguntas a dónde irá, y das un paso más allá de lo que eres, y de donde estás, por unos breves instantes has entrado en el reino de la magia. Eso creo yo…

One Tree Hill.

26 octubre 2011

Tiempo.


El tiempo es sólo un factor más de la vida. Es sólo una manera de etiquetar esas arrugas en la cara y esas canas en el pelo típicas de la edad madura. O para determinar el momento de alguna cita o algún evento. También sirve para localizar recuerdos en un día o una fecha exacta. Según este razonamiento, el tiempo nos podría ser útil. Las horas, los minutos, los segundos… Incluso las milésimas de segundo en una carrera. El tiempo significa olvido para los esperanzados, progreso para los optimistas, avances para los científicos… Pero en realidad el tiempo es una entidad abstracta. Nadie lo puede ver, pero todo el mundo cree en él, piensa en él… Yo, sin embargo, vivo sin mirar el reloj. Lo hago todo en el momento exacto, el momento en el que me apetece hacer lo que tengo en mente. El tiempo es solo una de esas cosas estúpidas de las que se suele preocupar la gente, como la de ir bien peinados o bien vestidos, querer caerle bien a todo el mundo o en tener esperanzas en que esa chica o chico te dirija una mirada de: “sí, tú también me gustas”. En la vida la única cosa importante es ser feliz. Llegando tarde al trabajo, no buscando una hora a la que volver a casa, no contando el tiempo que tarda el autobús en llegar a la parada, ni mirando por la ventana esperando largos minutos a que deje de llover para poder salir de casa. El tiempo debería ser solo un complemento cualquiera de las vidas, y no el más importante de todos. ¿Te apetece hacer algo? Hazlo ahora. Fue el propio tiempo el que me lo mostró.

23 octubre 2011

Ésta eres tú.


Ésta eres tú... los ojos cerrados bajo la lluvia. Nunca imaginaste que harías algo así. Nunca te habías visto como... no sé cómo describirlo... como una de esas personas a las que les gusta la luna o que se pasan horas contemplando el mar o una puesta de sol. Seguro que sabes de qué gente estoy hablando... o tal vez no. Da igual. A ti te gusta estar así, desafiando al frío, sintiendo como el agua empapa tu camiseta y te moja la piel. Y notar como la tierra se vuelve mullida bajo tus pies, y el olor y el sonido de la lluvia al golpear las hojas. Todas esas cosas que dicen los libros que no has leído... Ésta eres tú, quién lo iba a decir... Tú.

Mi vida sin mí.

06 octubre 2011

Abrir los ojos.



"Tienes que abrir los ojos", me suelo repetir una y otra vez. Ojalá no fuera sólo un mero pensamiento y lo llevara también a la práctica. Hay veces en las que, aún sabiendo lo que más nos conviene hacer, preferimos vivir ciegos a la realidad y dejarnos llevar. Sólo cuando nos ocurren cosas desagradables, nos damos cuenta de lo que hicimos mal. Como cuando vas caminando por la calle y llevas los ojos ocultados por tus propios párpados. La primera vez que tropiezas, los abres para ver cómo te vas acercando al suelo. No nos queda otra, sólo podemos aprender a base de golpes. No obstante, una vez que te has caído, una vez que has ido a topar con el suelo y sientes el dolor de tus heridas, tienes más en cuenta a la gente que hay a tu alrededor, dispuesta a ponerte en pie de nuevo, a pasar un algodón por ese corte en la rodilla. Te das cuenta de quién estuvo ahí en todo momento, y a quién de verdad le importaron tus lamentos. Te das cuenta de que no todo el mundo se aleja de ti, sino que hay gente que te sigue soportando durante años, y que no les importa hacerlo en ninguno de los casos. Es el momento en el que abres los ojos y te das cuenta de esos pequeños detalles cuando eres verdaderamente feliz, a pesar de todo.

Cuando te duele mirar hacia atrás y te da miedo mirar hacia delante, mira hacia la izquierda o la derecha. Estaré a tu lado.

27 septiembre 2011

Tengo ganas de ti.


Nos reímos. Y seguimos riéndonos así. Hablando sin saber muy bien de qué ni por qué. Después decidimos colgar, prometiendo que nos llamaremos mañana. Es una promesa inútil: lo hubiéramos hecho de todos modos. Cuando pierdes tiempo al teléfono, cuando los minutos pasan sin que te des cuenta, cuando las palabras no tienen sentido, cuando piensas que si alguien te escuchara creería que estás loco, cuando ninguno de los dos tiene ganas de colgar, cuando después de que ella ha colgado compruebas que lo haya hecho de verdad, entonces estás perdido. O mejor dicho, estás enamorado, lo que, en realidad, es un poco de lo mismo...